Martes 8 de octubre
Bien, bien ¿por dónde empiezo? Ah
sí. Lo vaticiné y en realidad pasó, las
cosas entre Chase y yo han cambiado. No es un graaaan cambio pero el ambiente
entre los dos está menos tenso, si quiera menos tenso que antes, tal vez quité
un par de filas a mi barrera hacia él. Ahora tenemos algo que nos une, un
secreto hermoso y divertido. ¡Alto! ¡No pienses mal! Lee detenidamente y me
comprenderás.
No quise mirarlo mientras
desayunábamos, me sentía algo avergonzada por mi actitud de ayer. Pensé que
Chase lo dejaría pasar tranquilamente y lo tomaría como una persona madura,
pero… ¡es el mismo Chase idiota de siempre! ¡no cambió ni un ápice por recibir
mi embarazoso abrazo de oso!.
—¿Ya viste Meg? ¡Lo sabía!
—¿Qué?
—Tarde o temprano caerías rendida ante
mí. Fue un poco tarde pero sucedió. Nunca me equivoco.
Sonrió de oreja a oreja complacido.
Clavé mi tenedor con toda mi fuerza
contra un bollo. Chase abrió los ojos sorprendido por mi actitud.
—Sólo bromeo Meg, suelta ese tenedor
antes de que lastimes a alguien.
No respondí, le clavé una mirada seria
mientras lo apuntaba con el tenedor.
—¡Hey! ¡Las señoritas de sociedad no
usan utensilios como armas de autodefensa! — me regañó Ian mientras me quitaba
el tenedor de las manos.
—Creo que la próxima vez tendremos que
darle utensilios de plástico a la pequeña Meg—Agregó Chase entre risas.
No pude soportarlo, me retiré de la
mesa dejando a medio comer mi desayuno.
Chase sigue teniendo esa increíble
capacidad para molestarme con una mínima acción, pero hoy me siento más
propensa, no sé por qué.
Terminado todo ese lío del desayuno
recibí un recado telefónico de madame, en el cual me pedía que acompañara a
Chase al club deportivo, lo hice de mala gana y para mi suerte tenía prohibido
el ingreso al club durante una semana por el molesto inconveniente del
reportero. Agradecí para mis adentros y me quedé en el auto de Chase mientras
él hacía unas cuantas de sus torpezas en el club.
Traté de entretenerme pero la verdad no
pude, olvidé llevar mi libreta o algún libro, Chase no dejó las llaves del auto
así que no podía encender el estéreo no me quedó de otra que acurrucarme como mejor pude en el asiento. Chase dejó
olvidada su chaqueta de cuero, la acomodé y la usé como almohada. No sé qué me
pasó pero al sentir su perfume me sentí adormecida, tranquila, cómoda. Tanto que
me quedé dormida lentamente.
—¿Tanto me extrañaste Meg?
Desperté lenta y pesadamente con la voz
de Chase y su rostro a milímetros del mío observándome detenidamente. De
inmediato me senté en el asiento mirando al frente para huir de él. Noté que mi
corazón latía rápidamente golpeando mis costillas sin piedad, debía ser por el
susto.
Chase sonrió a medias, encendió el
motor y condujo con dirección a casa lentamente.
—
Meg,
estás muy callada, ¿Pasa algo?
—
No,
para nada.
—
¿Es
por lo de anoche?
Me ruboricé y desvié la vista por mi
lado del auto.
—No es nada.
Chase no preguntó nada más de pronto frenó en seco.
—¿¡Que sucede!?— pregunté exaltada.
—Esa cosa se metió en el camino.
Estiré mi cuerpo para mirar fuera del
parabrisas y mis ojos e encontraron con un hermoso cachorro asustado en medio
de la pista.
—¡Cosita!— Abandoné el automóvil en
medio de mi trance producido por le tierno cachorro.
—¡Alto Meg! ¿Qué crees que haces? —
preguntó Chase a mis espaldas, aprecía molesto.
Me arrodillé para tomar al cachorro
entre mis manos, el pequeño Jack Russel se veía amigable.
—¡Meg, no toques esa cosa no sabes
donde ha estado!
—¡Tampoco sé dónde estuviste tú, pero
igual vivo contigo!
Chase parecía molesto. El pequeño
perrito dejó caer su cabecita contra mi pecho y yo estuve a punto de derretirme
de tanta ternura.
—Vamos Meg, suelta al perro y volvamos
a casa, se hace tarde.
—¡No lo dejaré solo!
—Entonces te quedas. —empezó a caminar
con dirección al auto.
—Va, está bien.
—Ya, deja de jugar y sube al auto.
—Los dos, lo tomas o lo dejas.
Se lo pensó por un instante y al fin respondió de mala gana.
—Suban, pero pobre de ti que dejé un
regalo en mi auto.
—No lo hará, ¿verdad pequeñín?— le pregunté al perrito.
Chase rodó los ojos y subió al auto.
—Te acusarán de robo.
—No, él no tiene ningún collar de
identificación.
—Mi madre es alérgica, no podrás
ocultar a ese perro por mucho tiempo.
—Bien, pero tú vas a ayudarme.
—¿Yo por qué?
—Por qué lo recogiste de la calle, le
diste un hogar, eres ahora su padrino.
Chase se mordió el labio inferior en
señal de disgusto, solté una sonora carcajada al verlo tan molesto. Me miró de
reojo y sonrió ligeramente.
*/*/*/Al llegar a casa. */*/
Chase, Ian y yo le creamos una casa
improvisada a MR. Toffee (nombre que yo le puse a pesar de los reclamos de esos
dos) su casita está en el depósito, conseguimos mantas y unos platitos para el
agua y la comida sólida.
Mr Toffee no ha dejado de jugar con Ian
y conmigo, Chase se mantenía al margen viéndonos de lejos. Noté que desde que
llegamos a casa había evitado tener todo tipo de contacto con el perrito.
—¿También eres alérgico? — pregunté
—No.
—Entonces por qué no lo acaricias un
poco.
Le coloqué al señor Toffee en brazos y
no le quedó de otra que recibirlo.
Fue extraño sabes, Chase estaba tan
serio y de pronto cuando el can le lamió la cara empezó a reír como un niño
pequeño. Una risa sincera y contagiosa,
tan pura que decidí involuntariamente atesorarla en mi memoria.
*/*/Por la noche */*/*
La cena transcurría en calma con los
tres en la mesa (madame, Chase y yo), en absoluto silencio, haciendo sonar
ocasionalmente los utensilios. Cuando de pronto el silencio fue interrumpido
por un doloroso llanto…canino.
Madame alzó la mirada y nos inspeccionó
con la mirada a Chase y a mi, ambos atacados de los nervios intercambiamos
miradas.
—¿Qué es ese sonido?—Preguntó madame a
punto de levantarse de la mesa.
—Oh madre, el nuevo ringtone de mi móvil,
discúlpame lo olvidé en la cocina—Chase abandonó la mesa y en cuestión de
segundos Mr Tofee dejó de llorar.
Terminé mi cena y esperé a que madame
se retirara a su habitación para alcanzar a Chase en el depósito. La escena que
vi a continuación me robó el corazón.
Chase dormido en el suelo del depósito
con el pequeño Mr Toffee entre brazos. Me acerqué a ellos con sumo cuidado para
no despertarlos, ambos se veían muy apacibles.
Sonreí a gusto y me senté junto a
ellos.
Decidí estrenar el móvil que madame me
obsequió hace días atrás e inmortalicé el momento.¡Quién lo diría! Chase tiene un lado
tierno.Mr Toffee era ahora nuestro secreto y
el símbolo de nuestra alianza, por primera vez me sentía un poco cercana a él y
por desgracia algo en mi interior no quería que ese sentimiento desapareciera
jamás.
Veremos qué pasa mañana.
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